Lic. Maria Eugenia Lucci

La Educación Artística permite sentir, explorar, conocer y transformar la realidad a la vez que facilita el desarrollo integral y armónico de las cualidades humanas. La presencia del arte en la educación favorece la comprensión y expresión de la belleza. Su propósito, por tanto, es el desarrollo de la sensibilidad estética, el despertar de los procesos creadores y la ampliación de los potenciales personales, posibilitando profundizar en el papel del arte como una esencial e irrenunciable forma de conocimiento. Es importante, en este sentido, recordar que la creatividad ha de ser entendida como una cualidad inherente al ser humano que contribuye a su felicidad. No se trata sólo de ser creativos en la resolución de problemas matemáticos o en la improvisación musical con un xilófono, sino de ser creativos en todas las facetas de la vida.

miércoles, 11 de abril de 2012

Educación Artística


El Arte en las diferentes culturas se  ha ido ganando poco a poco el  reconocimiento que merece como fortaleza de la misión educativa.
Si bien hasta hace muy poco el acceso a la cultura estaba   destinado a unos pocos elegidos, aquellos que provenían de ambientes intelectuales, actualmente se ha comprobado que  acceder a los bienes de cada cultura es prioritario para el individuo y la sociedad de la cual forma parte y en ello la escuela juega un papel trascendental. El/la maestro/a es el referente más cercano que tiene el niño y su familia,  es a través de éste que se debe difundir y promover  la cultura.
La Educación Artística es  el área que tiene como objeto de estudio las representaciones culturales, como tal establece un puente entre dos prácticas sociales,  Arte y  Educación. El Arte como forma de conocer,  representar e interpretar  el mundo y la Educación como  organizadora del conocimiento  y las formas de representación.
 Durante décadas fue relegada, desvalorizada, desestimada  y aunque hoy nadie puede negar la importancia de sus aportes para la formación integral de la persona, su inclusión en los programas escolares no pasa de ocupar un lugar decorativo, más sujeto a la buena voluntad de los maestros y a su disposición horaria, que a la enseñanza secuenciada y sistemática de sus contenidos.

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